lunes, 24 de septiembre de 2007

Verdades



Su nombre era la mejor metáfora
para el ideal de varón.
El dedo de Dios marcaba su presencia.
La bitácora del conductismo
perdía significado.
Desaparecía toda la historia.

En lúdico despuntar, sin lastres malvezados
se condonaban rutinas costumbristas.
Y la verdad afloraba sin calzar el coturno,
tan natural, tan desvergonzada
que no quedaba malicia que la objete.

En un ritual de licencias
se perdían las condiciones líticas
y se liberaban realidades escondidas.
Sin ardides de pudor;
de frente, con el alma adelante
y la cautela en déficit,
como un estropicio vulnerable.

Su nombre era la mejor metáfora
para el amor.
Y su estampa
que me pasaba de jaculífera a inconsistente
de una sola mirada,
era un jugueteo de epítasis
con jactancia de júbilo latente.

Rendida a su ergotizar
no me importaba no creer su juglería.
Dispuesta a condecir lo que falseaba,
no juzgaba; no podía existir mácula
que lo desmereciera.
La lazada cerró el juego
y pagué hasta la última prenda
en el juicio sumarísimo
de la razón demandante
contra el encantamiento.

Y la verdad afloró sin calzar el coturno
tan natural, tan desvergonzada
que no quedaba malicia que la objete.
Otra verdad distinta: la de los despertares.
Y su nombre...
resultó no ser poético,
ni su estampa, hechicera.

No hay escarmientos en la jurisdicción
del desfalco de emociones
y aunque jure y perjure no volver
después de cada vuelta,
la fascinación de la montaña rusa
me subirá de nuevo
a inaugurar su verdad diferente.
Porque si “hay tantas muertes como teologías”*
habrá tantas verdades como creencias.
CORA FRERKING
*Cita: de Mario Benedetti (A ras de sueño)

1 comentario:

Unknown dijo...

Hola Cora! soy Martín, el nieto de mi Nonno (qué vivo soy.. jaja).

Pasaba a dejar mi huella en tu blog!

Muy bueno; Saludos!